Columna

¿Qué es la "Anorexia Cerebral" y cómo afrontarla en navidad?

No le quites vida a tu tiempo, mejor descubre qué es la "Anorexia Cerebral" y cómo puedes combatirla en estas fechas.
jueves, 16 de diciembre de 2021 · 07:00

Dicen que la navidad es de los niños. Todas las ilusiones, las alegrías, los juguetes, Santa Claus, o Papá Noel, los Reyes Magos, las piñatas, las posadas, los regalos, todo esto existe gracias a que ellos creen en la magia y esperan durante todo el año el día en el que sus sueños se convierten en regalos por abrir.

Es el momento en el que sentimos su inocencia, el momento en el que como adultos jugamos a soñar y por un instante al igual que ellos, creemos que todo es posible. Vemos aquella luz irrepetible en sus ojos y por la cual vale la pena hacer hasta lo imposible por generarla.

Los niños hoy ya son los grandes ciudadanos del mundo.

Cuando somos pequeños queremos saber y entender la vida. Y hoy que somos adultos, nos damos cuenta que llega un momento en el que hay que aprender a desaprender. Desaprender para poder volver a ser ingenuos y darnos cuenta que creer y soñar no cuesta nada.

La saliva de nuestra cabeza, se llama curiosidad y esta surge cuando nuestro cerebro tiene hambre. Podemos poner a dieta nuestro cuerpo, pero al cerebro, jamás. Por eso es tan importante volver a sentirnos niños y llenarnos de curiosidad: para alimentar uno de nuestros órganos más importantes. Es como cuando ellos juegan con una linterna y están apuntando para descubrir cosas nuevas. Su guía es la curiosidad, pero ¿qué pasa si les quitamos la linterna de la mano y les apagamos la luz? Estamos apagando su ilusión, su capacidad de crear, de soñar de imaginar.

Pues querido adulto, te quiero decir que lo mismo nos hacemos a nosotros mismos cada vez que por miedo o por falta de tiempo apagamos nuestra "linterna".

Estamos consumiendo nuestra chispa y lo único que nos estamos provocando es: quitarle vida a nuestro tiempo.

Nosotros como adultos apagamos las linternas y desviamos la luz divina, genuina, la que tanto los niños, como nuestro niño interior, reclama a gritos. Tanto ellos, como nosotros tenemos hambre, pero a nosotros nos cuesta más trabajo reconocerlo, identificarlo y aceptarlo.

Cuando un niño es curioso, creativo, soñador, está sembrando una semilla en su cerebro, la cuál en la mayoría de los casos puede florecer de una manera increíble y convertirse en un gran roble. Pero una vez que somos adultos, dejamos que las semillas se sequen y solitos nos provocamos justamente eso: una anorexia cerebral irremediable.

Compartamos el amor de la mejor forma posible, empezarán a ver cómo vuelve la luz.  Ojalá el espíritu navideño viviera en nuestro corazón todo el año.

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