Columna

¿Qué es la libertad?

Poder elegir es el fruto fresco y maduro de la libertad.
jueves, 28 de abril de 2022 · 22:42

Cuando podemos contestar o callar; decidir o ignorar, aceptar o rechazar sin estar sometidos a presiones o coacciones, estamos activando nuestra responsabilidad y dignidad como seres humanos: estamos eligiendo en libertad.

El camino de la libertad nunca ha sido fácil. La historia transpira, suda y rezuma dominaciones, esclavitudes, exterminios, guerras, humillaciones, genocidios y mil y unas maldades que aún hoy en día logran su triunfo por el sometimiento intelectual e inclusivo físico.

Hoy, algunas personas mareadas de poder siguen siendo los enemigos máximos de la libertad.

Las sociedades realmente libres se detectan con rapidez porque viven envueltas en una permanente variedad de ideas, pensamientos y cosas. Hay ofertas de diferentes estilos de vida, de creencias y agnosticismos, de banderas y paños de lágrimas, de himnos sin letra y palabras sin música, hipotecas y alquileres, vuelos lejanos y atascos próximos, vitaminas y anemias, universidades y discotecas, anorexia física y anorexia cerebral. Sobra de todo porque la libertad siempre provoca multiplicidad.

La libertad huele a tentación, a lujo, a súper poder. Se antoja y todos de cierta manera morimos por tenerla. Anhelamos libertad física, mental, económica, libertad de distintas formas, colores y sabores.

Ya no hay un solo camino, porque la libertad es muchas cosas y nos sitúa constantemente en una cumbre desde la que podemos volar en cualquier dirección, en la que elijamos. Ya no hay imposición ajena, porque ella reclama nuestro constante raciocinio sin maldad para que podamos ejercer nuestro poder de pensamiento y decisión.

Dicen que nuestro conocimiento lo construimos a tres niveles: teniendo datos, conociendo los hechos y concluyendo con lo más importante, el motivo. Sin embargo, yo estoy convencida de que nuestro conocimiento también lo construimos con base en lo que nos da libertad, o bien, nos hace sentir libres.

Vivimos tanto hacia afuera que muchas veces no somos conscientes de lo que poseemos dentro y del valor de la libertad. Me atrevo a decir que se nos ha olvidado que es algo que no tiene precio. Vamos tan de prisa actuando, ejecutando, pareciendo, ejerciendo y cumpliendo, que nos olvidamos de ser, los humanos libres que tanto anhela nuestro corazón.

Miramos sin mirarnos, decimos sin decirnos, soñamos sin soñarnos. Cada día dedicamos más tiempo y energía a quienes nos rodean y menos a nosotros mismos.

Por eso, si no tomamos a la libertad con responsabilidad, esta nos termina fatigando, pero cuando no está, cuando no la sentimos, cuando no la respiramos, su ausencia nos termina matando.

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