¡Cuidado! Según el Feng Shui, en estos lugares de la casa no se deben colocar los zapatos

En el Feng Shui, los zapatos son uno de los objetos más importantes por su energía, ya que constantemente están en contacto con el mundo exterior. A continuación te presentamos los lugares de la casa en donde no deben estar, ¡pon atención!

Los zapatos acumulan la energía de los diferentes lugares por donde pisan; al ser colocados en sitios inapropiados dentro de la casa, se corre el riesgo de bloquear el flujo armonioso del “chi”, lo que genera tensiones, malestar o incluso obstáculos en diferentes aspectos de la vida, por ejemplo, la salud, relaciones y prosperidad, según el Feng Shui.

Es por esta razón que es importante darles a los zapatos un lugar específico que esté alineado con los principios del orden y la armonía. El guardarlos en un sitio adecuado ayuda a contener y neutralizar las energías externas, manteniendo así un ambiente más puro y equilibrado.

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Lugares donde NO se deben colocar los zapatos: Feng Shui

En el Feng Shui, si los zapatos están colocados en un sitio correcto, permite que la casa funcione como un refugio que recarga y protege a quienes viven en ella.

De acuerdo con Nan Yin, maestro de Feng Shui del Oriente, en estos sitios de la casa no debes guardar los zapatos.

• En la entrada de la casa NO dejar los zapatos:

“Nunca debes dejar los zapatos en la entrada de la casa, ahí entra tu suerte, pero si lo primero que ves es un montón de zapatos sucios, la estás espantando”.

• NO dejar los zapatos en la cocina:

“La cocina es el corazón del dinero, según el Feng Shui”. De acuerdo con su explicación, que los zapatos estén cerca del fuego es una mala idea, ya que es “como tirar basura justo donde se guarda el dinero”.

• NO guardar los zapatos en el dormitorio:

“Aquí recargas tu energía cada noche, pero si está lleno de zapatos, el ambiente se pone denso. Duermes mal, te despiertas sin ganas y la suerte empieza a escaparse".

Ante esto, el maestro de Feng Shui del Oriente recuerda guardar los zapatos en una caja o un mueble cerrado, y siempre con la punta hacia adentro, es decir, a la pared.

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