La industria periodística como una profesión por amor al arte

El ejercicio de la profesión periodística que está en constante cambio y desafíos

De un tiempo para acá, por ciertas circunstancias vividas, me he replanteado si realmente me quiero seguir dedicando al periodismo. ¿Valdrá la pena seguir? ¿Podré vivir de esto? ¿Hay algo más que pueda hacer? Y entre varias respuestas que surgieron, lo cierto es que no sé hacer otra cosa. Llevo casi 14 años dedicándome a esto y nunca tuve duda, sabía que es mi pasión. Y es que se trata de algo más que una profesión; es una vocación absoluta.

Sin embargo, en esta década que llevo en el oficio, he visto cómo se ha ido modificando. Desde las maneras de comunicar, las plataformas, el modelo de negocio de los periódicos y las revistas, las apariciones de las redes sociales como medio de comunicación, y las pautas publicitarias que es lo que sustentan este negocio.

Estos cambios son debido a esta transformación de la sociedad y sus consumos, pero aunado a esto, la profesión periodística también ha cambiado. Veo nuevas generaciones que entran a esta industria en donde les da lo mismo escribir, informar o tomar un trabajo que les genere más dinero; no se identifican con su profesión y prefieren mudarse a otras industrias en donde ganen más.

Lo cierto es que por una cosa u otra veo pocos que seguirán en esto, con la excusa de tener mejores oportunidades. Y esto a la larga generará un cambio perjudicial en la sociedad, ya que los efectos de la reducción del cuerpo de prensa podrían tener efectos negativos a largo plazo, porque tener menos periodistas significa tener menos lectores informados. Como dice Sandra Vera-Zambrano en su libro La situación del periodista, cada vez menos personas ven la vida en las noticias como una profesión que vale la pena, siendo una de las carreras socialmente más importantes del mundo.

Sin embargo, los periodistas que sí seguirán es porque es su vocación; son conscientes de cómo está cambiando la industria, pero siguen, ya que esta carrera brinda recompensas que no se reducen al dinero, sino a los valores personales y a la necesidad de contar historias. Pocas carreras como ésta prometen las mismas aventuras.