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Mejores habitantes del mundo

¿Qué carajos nos está pasando?

Mejores habitantes del mundo
Foto: Cortesía.

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““Mamá, se siente como que el mundo está dando pasos en reversa”, me dijo la de 20 ayer mientras comíamos.

Y sí…

No hace falta ser analista político para darse cuenta de que la humanidad, efectivamente, parece no haber entendido nada. Una rápida miradita a las guerras en turno que, como todas las guerras, ya no saben ni por qué pelean y se trata solamente de seguirse destruyendo y de un negocio eterno de armamento y poder.

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El antisemitismo rampante por todos lados, como si un holocausto y más de 6 millones de personas, que perdieron la vida solo por creer de una manera distinta a la que otro creía, y las miles de imágenes terroríficas que todos hemos visto, no fueran suficiente prueba y lección de que eso ¡nunca! puede volver a suceder.

La polarización de todo, por todos lados. La intolerancia. Países enteros votando por regímenes totalitarios, extremistas, sin sentido, ni posibilidad de dar buenos frutos.

Nuestro propio país hundido cada vez más en la corrupción, el narco, y la manipulación de las masas. Y ahora, nuestro vecino también, que acaba de elegir al primer delincuente convicto, violador, misógino, mentiroso, racista, corrupto, agresor y personaje absolutamente deleznable como presidente dándole más peso a la economía (que, tengo mis dudas y ya veremos cómo les va), que al tipo de persona que será el representante principal de su país, que no es cualquier país.

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¿Qué carajos nos está pasando?

¿Cómo es posible? ¿Dónde quedó la parte de que un líder tiene que incluir, en su definición, calidad moral? ¿Qué nivel de ignorancia y pobreza existe que la gente no puede ver la sarta de mentiras que nos avientan cada día en la mañanera y se cree absolutamente todo lo que nos dicen? ¿Cómo es que un puñado de depredadores pueden destruir un país con tanta facilidad?

Mi hija tiene 20 años y estudia derecho en un país en donde la gente, por la que votó la gente, ha conseguido, finalmente, destruir la independencia del poder judicial… la palabra desesperanza, no alcanza para explicarles la carita de mi niña.

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“¿Qué punto tiene seguirme preparando mamá?”

Una cosa que nunca nos dijeron, cuando decidimos ser papás, es cuanto trabajo cuesta ser la figura de seguridad y reafirmación de alguien más, cuando a ti también te está llevando la chingada y, en este caso particular, compartes la misma desesperanza.

Creo que nuestros hijos, a diferencia de nosotros cuando éramos chicos, en donde los adultos se cuidaban más y el acceso a la información estaba mucho menos a la mano, ahora nos escuchan continuamente hablar, discutir, comentar, opinar, de nuestras preocupaciones, opiniones políticas, enojos, miedos y me parece que es importante que pongamos atención y nos empecemos a filtrar un poco.

Para empezar, hay que saber que, aunque tus hijos sean pequeños, te están oyendo. Y que incluso si nos sacan una cabeza de altura, muchas veces, no tienen aún el contexto necesario para procesar información tan desconcertante y grave. De ninguna manera quiero decir que los mantengas al margen de las cosas que ya tienen edad para saber, es importante también que estén informados y sepan el país en el que vivimos, claro, pero de ahí a que todo el día estén expuestos, chance podemos ahorrarles un poco. Si a nosotros nos da ansiedad la situación, imagínense a ellos.

¿Qué hacemos entonces?

Pues miren, yo quisiera decirles que huir y largarnos a vivir a una isla desierta en otro planeta. Pero como eso no creo que vaya a pasar, me parece que es importante empezar a cambiar nuestra estrategia y dirigir nuestra energía hacia cosas que sí podemos hacer, que sí podemos controlar y sobre las que sí tenemos injerencia, siendo la primera de la lista: formar mejores habitantes del mundo.

El primer paso siendo, formar personas que sepan encontrar su propia voz. Y la aprendan a usar. Pero más importante todavía, personas que sepan escuchar la voz de los demás. Y la aprendan a respetar. No podemos seguir creciendo gente que piensa que solo lo que ellos piensan está bien y que el otro es el enemigo. Si algo nos tiene completamente hundidos en la mierda, es la polarización en todos los sectores y a niveles alarmantes. Necesitamos formar personas que sepan que la diversidad, en todas sus formas, nos hace más fuertes.

En mi conferencia “No queremos hijos felices”, hablo de las 3 habilidades más importantes que necesitará el adulto del futuro y que tenemos que asegurarnos que nuestros hijos aprendan y fortalezcan como un músculo más: la resiliencia, la empatía y la solidaridad. Necesitamos formar personas que sepan apechugar y buscar soluciones en lugar de sentarse a hacer berrinche. Capaces de ponerse en el lugar del otro y tomar una postura siempre que haga falta. Y que estén comprometidas con formar sociedades más justas, más inclusivas y más fuertes.

Personas, que sepan identificar un problema y lo quieran resolver, que se indignen lo suficiente por algo y que eso les mueva a hacerlo mejor. Que sepan que no se trata de posar, ni de estar, ni de tener…se trata de ser, de dar, de sumar, se trata de servir.

Necesitamos enfocarnos en que lejos, lejísimos de educarlos para sentirse superiores, hay que crecerlos con los pies en la tierra, para ser humildes, para aprender a tender puentes, para ser seres humanos decentes, íntegros, leales, no mercenarios que se vendan al mejor postor o que tengan tanta cola que les pisen que sean sujetos a doblarse ante la presión.

Necesitamos formar personas con valores morales sólidos, que sepan que lo que está mal, está mal aunque todos lo hagan y lo que está bien, está bien aunque nadie lo haga. Que sepan poner límites. Decir no. Y cumplir su palabra cuando dicen sí.

Personas que vean más allá de ellas mismas y entiendan la responsabilidad social que conlleva su lugar privilegiado. Personas, que por ningún motivo se presten a defender lo indefendible.

Necesitamos seguir chambeando en construir personas que el día de mañana sepan que apoyar a un criminal, es ser cómplice. Y que el peligro principal de los discursos de odio es que, eventualmente, nos alcanzan a todos. Necesitamos hijos que quieran sumar y no solo comprar. Y que se sigan preparando, sin importar su profesión, para trabajar duro por un país que los necesita a todos.

¿Cómo contenerlos mientras tanto en medio de todo este mierdero?

Ayudándoles a enfocarse en ver un día a la vez, haciendo lo que pueden hacer, cuidando su salud mental, asegurándonos que estén haciendo ejercicio, comiendo bien, limitando los tiempos de pantalla y conectando con otras personas, en persona.

Enfocándolos en lo que a ellos les corresponde: la escuela, la dinámica familiar y el servicio. Canalizar a nuestros hijos a instituciones con causa, o con familiares que necesiten ayuda, donde puedan voluntariarse y dar su tiempo a alguien más es una gran herramienta para a) sentirse mejor b) tomar perspectiva c) ver que lo que hacen tiene un impacto positivo y quieran volverlo a hacer.

Enseñándoles a decir la verdad. Buscar la verdad. Defender la verdad.

Nuestros chavos están acostumbrados a que les resolvamos todo, a que si te ayudan les pagues, y a que todo lo que cuesta trabajo se suelta rápido. Ayudémoslos a comprometerse. A saber, que a veces es difícil. Que no todo es como una ida a Disney. A esforzarse. Y a entender que efectivamente, el mundo es un lugar muy complicado pero que ellos, siempre, siempre van a poder resolver lo que la vida les mande si se arremangan y se ponen a trabajar.

Y sí, por supuesto también en esa lista está modelarles todo eso, con nuestra propia vida, así que pónganse a hacer, y ser, mejores habitantes papás y mamás.

Como dijo Jon Stewart hace unos días “tenemos que levantarnos todos y trabajar muy duro para mover al mundo hacía el lugar en que preferimos que esté”.

A darle.

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L'amargueitor

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