Julio Uribe: Tradición, pasión y futuro de la Tauromaquia en Hidalgo
La voz del campo que no teme al ruedo ni al futuro. Un hombre con sueños, RETOS Y visión PARA CONSEGUIR SUS OBJETIVOS

Julio Uribe no es el típico ganadero. Es joven, carismático, creativo y tiene un don especial para conectar con las personas. Desde su ganadería Torreón de Cañas, en el estado de Hidalgo, ha conseguido que el mundo del campo y la tauromaquia también se abran paso, y con fuerza, en redes sociales.
A Julio se le ilumina la mirada cuando habla del toro bravo. Para él, este animal representa mucho más que fuerza: es dignidad, historia, genética y una forma de vida que merece ser entendida.
“El toro de lidia pertenece a la especie bovina, como el Angus o el Hereford, pero se distingue por su bravura. Llevamos más de 500 años seleccionando ejemplares cada vez más valientes y nobles”, contó en entrevista.
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Criar a un toro bravo no es tarea ligera. Más allá de dejarlo pastar en libertad al menos durante cuatro años, hay todo un equipo detrás: vaqueros, veterinarios, nutriólogos, herreros. Cada uno pone lo mejor de sí para que el toro llegue al ruedo fuerte, sano y digno.
“Cuando un toro entra al ruedo, lleva el honor de toda una ganadería. Su vida termina en un ritual lleno de respeto, frente a un público que valora su bravura”, dice Julio. Ese momento, asegura, no es sólo un espectáculo, es una ceremonia donde se honra una cultura.
Sabe que la tauromaquia despierta pasiones encontradas, pero no evade la conversación. “Para mí, el maltrato animal es tener a un perro en una azotea o a un ave enjaulada toda su vida. El toro bravo, en cambio, vive libre, sin químicos ni hormonas. Y cuando muere, lo hace en una plaza, frente a miles de personas que lo reconocen. No en un rastro, donde nadie ve lo que pasa detrás de las paredes”, comentó.
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Desde su mirada, la fiesta brava no sólo está viva, sino en uno de sus mejores momentos. La genética, la tecnología, la evolución de los toreros, más preparados que nunca, han elevado el nivel de la tauromaquia a lo más alto.
“Sería una lástima acabar con esta tradición justo cuando está en su punto más alto”, compartió, y añadió que, “los toreros de hoy son verdaderos atletas. Tienen temple, disciplina, técnica. Son, en verdad, los últimos héroes de la historia”.
Y aunque lo dice con humor, “definitivamente tienen un tornillo suelto”, el respeto que le tiene a quienes se enfrentan a un toro en el ruedo es absoluto.
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“Respeto demasiado ese oficio. Yo crío al toro y me aseguro de que esté bien presentado. Eso también es parte del arte”.
En su familia, la pasión es cosa de todos. Su hermana, Estefanía Uribe, es rejoneadora y tiene una conexión especial con sus caballos.
Raíces firmes, mirada amplia
Julio Uribe no sólo es ganadero. También es emprendedor, promotor del folclore, defensor del campo y amante de todo lo que huela a México. Para él, la vida rural es el alma del país. “Gracias a quienes trabajan la tierra, tenemos pan y vino en nuestras mesas”, afirmó.
Creció entre la ciudad y el campo. “De niño, cuando les contaba a mis amigos del colegio que había nacido un becerrito en el rancho, pensaban que era de película”, recordó. Hoy, cuenta entre risas, sucede al revés: son las comunidades rurales las que se sorprenden cuando se implementan nuevas herramientas.

Consciente de que la mejor forma de conservar lo que se ama es compartirlo, creó Hacienda Zotoluca, un hotel boutique en Hidalgo que ofrece experiencias inmersivas de vida rural. Ahí, las familias urbanas aprenden a ordeñar vacas, hacer mantequilla, montar a caballo, disfrutar de un buen pulque. Su propósito es que la gente se enamore del campo y que valoren su origen.
La hacienda, construida en el siglo XVI, debía ser solo un proyecto de compra y venta. Pero Julio se enamoró del lugar, de sus muros, de su historia. Hoy, es un proyecto que lo enorgullece.
Con emoción cuenta cómo cada rincón está pensado para despertar los sentidos: desde el olor a leña y guisos, hasta los vuelos en globo que salen directo desde el jardín.

Aunque estudió Administración de Empresas en la Universidad Anáhuac Norte, su vena creativa lo llevó lejos: convirtió su tesis universitaria en una tienda de sombreros, una pasión heredada. Pero más allá del estilo y los negocios, hay un mensaje profundo que Julio quiere compartir: la importancia de recuperar nuestra identidad como mexicanos en la música, la gastronomía, el vestir y en el fondo de lo que somos.
Y es que entre tientas, cabalgatas y música ranchera, Julio sigue sembrando algo más que toros: siembra memoria, orgullo y amor por México.
“Cuando un toro entra al ruedo, lleva el honor de toda una ganadería. Su vida termina en un ritual de respeto ”.
“Llevamos más de 500 años seleccionando ejemplares cada vez más valientes y nobles”.
HACIENDA ZOTOLUCA
Es un exclusivo hotel boutique en el estado de Hidalgo.
Ofrece experiencias inmersivas de la vida rural.
Busca que los visitantes se enamoren del campo.
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