Con alma taurina: Guillermo Hermoso y el legado que heredó de su padre
Guillermo Hermoso heredó de su padre, Pablo Hermoso, la pasión y el respeto por la tauromaquia.
En el mundo taurino son pocos los nombres que resuenan con fuerza por su trayectoria, respeto y tradición, Pablo Hermoso de Mendoza, es reconocido como una de las figuras más importantes en el toreo ecuestre rejoneo, y ahora, le ha heredado su legado a su hijo, Guillermo Hermoso.
Este joven rejoneador, no solo lleva un apellido emblemático, sino que ha sabido forjar su propio camino con disciplina, carisma y una pasión indomable por este arte.
Nació el 13 de agosto de 1999 en Estella, Navarra, y creció en un entorno donde los caballos y los toros eran una tradición familiar. Acompañado de sus hermanas, Paula y Alba, y guiado por su padre, Guillermo dio sus primeros pasos en este universo cuando era un niño. A los 8 años, toreó sus primeras vacas montado sobre Pirata, un caballo que marcó su infancia tanto como sus primeras emociones frente al toro.
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Su curiosidad y valentía lo llevaron a aprender cada movimiento del arte ecuestre en la escuela de su padre, lo que lo ha convertido en un rejoneador consolidado con tan solo cinco años de carrera profesional y más de 224 corridas a cuestas.
Desde su debut en público en Estella en 2016, donde cortó tres orejas, hasta su alternativa en la Maestranza de Sevilla en 2019, recibiendo la ceremonia de manos de su propio padre y con la reconocida Lea Vicens como testigo, Guillermo ha demostrado que no basta con el linaje, hace falta entrega, talento y visión.
Con una personalidad que mezcla sencillez y determinación, Guillermo ha conquistado plazas icónicas como Pamplona, Sevilla, Madrid, Bilbao y San Sebastián, y ha salido por la puerta grande en cada una de ellas.
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En 2020, cortó una oreja en la Plaza de toros Monumental de la Ciudad de México, lugar que siente cercano y familiar, al haber vivido desde niño en San Miguel de Allende. En 2022, dejó su huella en Las Ventas, cortando tres orejas en una tarde inolvidable. Lo que más llama la atención de este joven rejoneador no es solo su técnica impecable o la elegancia con la que domina a sus caballos en la arena, sino la madurez con la que asume cada reto.
A sus 25 años, Guillermo no solo es un heredero del arte del rejoneo, es también un referente en ascenso, una figura que cautiva tanto dentro como fuera del ruedo, dispuesto a continuar ese legado que comenzó con su padre y manteniendo una tradición familiar que destaca en este arte.
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