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Cada verano, las canchas de Wimbledon se empapan de blanco

Bego Cosío
Bego Cosío. Foto: Cortesía. IG: @begocosio

Las fresas con crema se convierten en trend (sí, es el snack oficial) y el tenis, mi deporte favorito por cierto, que exige precisión, mucha disciplina y elegancia, se transforma en un statement cultural. Pero este año, mientras Novak Djokovic practicaba su revés e Iga Świątek rompía récords, fuera de las canchas se jugaba una estrategia maestra: Ralph Lauren volvió a demostrar por qué es una de las firmas que entiende el deporte blanco a la perfección.

En primer lugar es la firma encargada de vestir a los recogepelotas y al equipo de jueces, desde este detalle van ganando el partido. La alianza empezó en 2006, cuando Ralph firmó una alianza con Wimbledon que va mucho más allá de los uniformes: es una master class de cómo una marca de lujo puede integrarse de manera natural a un evento cultural que tiene impacto en todo el mundo. Este año, su tienda insignia en Bond Street fue rediseñada como un homenaje al torneo. Pantallas con partidos en tiempo real, un café pop-up que parecía sacado de un pueblito inglés, arreglos de flores en tonos lavanda y blanco, y crearon una colección cápsula que reinterpreta el estilo tenístico con un giro preppy-chic.

¿El resultado? Toda una experiencia. Un momento de marca que no solo te lleva comprar sus piezas, sino a”vivir” la esencia del torneo. Porque hoy el lujo contemporáneo ya no se mide en logotipos gigantes, sino en el camino de pertenecer, de ser parte de algo. En ese guiño que pasa cuando ves a alguien usando la chamarra edición limitada y sabes que forma parte del mismo universo que tú, el de quienes saben cuándo y dónde invertir su dinero.No es coincidencia que estas colaboraciones estén explotando en todos los Grand Slam. Louis Vuitton diseñando las maletas donde se guardan los trofeos de Roland Garros. Nike vistiendo a Coco Gauff con conjuntos que parecen diseñados para la portada de Vogue. Gucci con Alcaraz en la MET Gala. Las marcas han entendido que los torneos de tenis no son solo partidos, también son momentos culturales donde conviven tradición, aspiración y una estética perfectamente curada.

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Y es que, vamos a aceptarlo, ningún otro deporte ofrece con tanta naturalidad glamour, elegancia, códigos de vestimenta y un sentido de exclusividad que sigue intacta aunque pase el tiempo. Vestirse para Wimbledon no es lo mismo que vestirse para ir al estadio de futbol. Aquí el blanco es una regla intachable, una declaración de minimalismo elevada y de la definición del quiet luxury.

Lo que entendió Ralph Lauren a la perfección es eso: que el consumidor de lujo no busca solo ropa, busca emociones. Busca validación social sin necesidad de gritarla. Quiere saber que forma parte de algo más grande. Y si esa sensación solo está disponible por dos semanas al año en Wimbledon.

Así que sí, los Grand Slam son las nuevas pasarelas del lujo. Donde cada saque se convierte en styling, cada set en estrategia de marketing, y cada outfit en un guiño al consumidor que sabe. Porque hoy el juego ya no solo se gana en la cancha… también en el branding. Nos urge el Us Open 2025, estamos a solo un mes.

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Begoña Cosio

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