Donde habitaron reyes y ahora vagan fantasmas: el castillo más embrujado de Inglaterra
Un rincón de Inglaterra donde las coronas reposaron y las almas jamás se fueron.

Cuando uno piensa en castillos, es fácil imaginar lujo, historia y poder. Pero hay lugares donde la piedra guarda algo más que memoria: guarda ecos, suspiros atrapados entre muros centenarios y silencios que erizan la piel. Uno de esos sitios es Chillingham Castle, una joya arquitectónica escondida en Northumberland que, si bien alguna vez recibió a la realeza, hoy se alza como uno de los lugares más embrujados del Reino Unido.
Lo que comenzó como un monasterio en el siglo XII pronto cambió de piel para convertirse en fortaleza. El rey Eduardo I, conocido como “Zanquilargo”, se detuvo aquí en 1298 camino a Escocia, para enfrentarse a William Wallace -el de corazón valiente- marcando el inicio de un vínculo entre esta construcción y la monarquía inglesa. Pero este no era solo un punto de descanso: Chillingham fue una posición estratégica en la frontera anglo-escocesa, blanco constante de ataques y sitio de partidas militares. En ese contexto, no sorprende que sus paredes estén cargadas de historia… y, dicen, de energía acumulada.
Con el paso del tiempo, el castillo fue evolucionando: de bastión militar a residencia elegante, con biblioteca, salón de banquetes y una fachada cada vez más refinada. Durante la Segunda Guerra Mundial, soldados lo habitaron como cuartel y, entre frío y hambre, quemaron parte de la madera original para calentarse. Lo que no imaginaron fue que, al alterar sus entrañas, quizás también alteraban lo que dormía en ellas.
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Cuando las luces se apagan, los susurros comienzan
Las leyendas comenzaron a circular desde antes de que se abrieran las puertas al turismo paranormal, pero fue con los recorridos nocturnos que el mito se volvió experiencia. Visitantes y empleados han reportado encuentros imposibles de explicar. Uno de los relatos más repetidos es el del “Chico Azul”, un espectro que solía manifestarse con vestimenta azul flotando sobre las camas de huéspedes en la famosa Habitación Rosa. Todo ocurría después de un aullido estremecedor. Años después, se halló un cuerpo joven emparedado dentro de un muro, justo en esa habitación.
Entre los espectros más inquietantes de Chillingham, destacan John Sage, el torturador que habría ejecutado a miles de prisioneros en las mazmorras del castillo y cuya presencia aún se siente entre cadenas y gritos lejanos; y Lady Mary Berkeley, una noble traicionada por su esposo y su propia hermana, que vaga en silencio por los pasillos con el corazón roto y un candelabro en mano, buscando lo que alguna vez le fue arrebatado.
Hoy en día, Chillingham Castle abre sus puertas a los más valientes: puedes recorrer sus salones en visitas guiadas y por la noche con expertos cazafantasmas o, si te atreves, alquilar una habitación y pasar la noche entre muros donde el tiempo parece haberse detenido… y los susurros no siempre vienen del viento.
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¿Será que los castillos no olvidan a quienes los habitaron?
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